Problemas a tratar más comunes en adultos:

Trastornos del estado de ánimo

  • Depresión

    La persona se siente triste o vacía, tiene poco interés y placer por las actividades, es habitual el llanto, los problemas del sueño, el cansancio, las dificultades de concentración o la falta de apetito. Los pensamientos suelen ser de culpabilidad, inutilidad,… negativos. Puede incluso dejar de atender a sus obligaciones como son el trabajo, los estudios, el aseo personal, el cuidado del hogar,… y en primera instancia dejar de hacer o acudir a aquello relacionado con el tiempo libre o aficiones.

  • Trastorno Bipolar

    Se caracteriza por estar alterado el estado de ánimo. Puede oscilar entre fases depresivas y fases maníacas.
    En las fases depresivas la persona está triste y abatida, mientras que en la maniaca la persona se siente eufórica y con una exagerada autoestima.

Trastornos de ansiedad

  • Ansiedad Generalizada

    Ansiedad y preocupación excesivas por casi cualquier cosa. Por ejemplo: miedo continuo a que les suceda algo negativo a sus hijos, preocupación constante por todas sus responsabilidades, por tener problemas económicos, por perder el trabajo,… Es muy difícil de controlar este estado de continua alerta y puede expresarse en las siguientes dificultades: alteraciones del sueño, fatiga, irritabilidad, dificultad para concentrarse, dolores musculares, nerviosismo, sensación de respirar con dificultad,… Para disminuir el malestar la persona realiza conductas control como: llamadas telefónicas, comprobaciones desmesuradas, explicaciones innecesarias,…

  • Ataques de pánico y Agorafobia

    Un ataque de pánico es miedo y malestar muy intensos, que aparecen en un corto espacio de tiempo y sin desencadenante aparente. La persona cree que va a pasarle algo malo: ahogarse, desmayarse, tener un ataque al corazón, volverse loca o perder el control, morir,…

    Una vez desencadenados los ataques de pánico puede desarrollarse la agorafobia. Se caracteriza por miedo a sufrir un ataque ante situaciones difíciles de escapar, donde sea difícil obtener ayuda o donde podría ser socialmente embarazoso.

  • Fobia específica

    Miedo desmesurado a: animales (insectos, ratas, pájaros, perros,…), conducir, volar, alturas, agua, a espacios cerrados, visión de sangre,…

  • Fobia social

    Temor a situaciones sociales por miedo a ser evaluado por los demás y/o que noten su nerviosismo o ansiedad. Los miedos más frecuentes suelen ser iniciar y mantener conversaciones con otras personas, acudir a fiestas, hablar con personas de autoridad, participar en reuniones o clases, hablar, escribir, comer o beber en público, etc.

    De hecho, puede que evite hablar en público por miedo a «quedarme en blanco», que no quiera comer o beber delante de otros para que no vean «cómo me tiemblan las manos», o se niegue a ser presentada en una reunión porque «me pondré como un tomate».

  • Obsesiones y Compulsiones

    Las obsesiones son como ideas, pensamientos, impulsos o imágenes persistentes y recurrentes que se meten en la cabeza. Ejemplos de obsesiones serían pensamientos repetitivos acerca de que determinados objetos (asientos de autobús, pomos de puertas,…) o personas están contaminados o sucios y van a transmitirle la contaminación; imágenes repentinas sobre la posiblidad de hacerse daño a uno mismo o a los demás (tirarse por una ventana,…); dudas persistentes sobre si se habrá cerrado la puerta de casa, el gas,… Las personas pueden saber muy bien que sus obsesiones no tienen sentido, y la mayoría han intentado resistirse a ellas de algún modo. Sin embargo, tales intentos suelen resultar infructuosos y la persona siente que difícilmente puede deshacerse de ellas.

    Las compulsiones serían conductas o pensamientos que se efectúan de manera repetitiva y de acuerdo con determinadas reglas, como respuesta a una obsesión. Por ejemplo, lavarse las manos repetidas veces al día, repetirse mentalmente algunas frases para «conjurar» el peligro o pensar en «cosas buenas», comprobar varias veces las cerraduras, poner los objetos del escritorio en un determinado orden, etc. La compulsión (también llamada ritual) es precedida por una sensación de «emergencia» compulsiva y, en general, se acompaña de un deseo de resistirse a ella, sin embargo, estos intentos no suelen tener éxito. Todo ello, similar a las obsesiones.

  • Transtorno de estrés postraumático

    La persona que lo padece ha sido anteriormente víctima o ha estado expuesta a algún acontecimiento traumático: terrorismo, violación, atraco, abuso, accidente, secuestro, desastre natural,… Se caracteriza por experimentar recuerdos, imágenes o pensamientos recurrentes sobre el acontecimiento o el trauma original; a la persona le hacen sentir que el suceso está ocurriendo de nuevo. Además la persona intenta evitar todo lo relacionado con el trauma. Muchas personas se sienten enfadadas, culpables e incluso avergonzadas por lo que ocurrió o por cosas que hicieron o no hicieron para sobrevivir, y estos sentimientos pueden provocar sentimientos de depresión, desánimo, desesperanza, problemas de sexuales y de pareja, abuso de alcohol y drogas, etc.

Hipocondría

Hipocondría

Preocupación y miedo o la convicción de padecer una grave enfermedad a partir de la interpretación personal de síntomas físicos. Esta preocupación por la salud hace que la persona realice muchas conductas de control y reaseguración, como acudir de forma repetitiva a consultas médicas, hacerse chequeos médicos, vigilar sus síntomas, consultar en páginas web,… A pesar de que los resultados sean negativos (es decir, a la persona se le dice que no está enferma, que no tiene nada físico), la persona con hipocondría no se queda tranquila (a veces consigue tranquilizarse durante unos días, pero después vuelve la preocupación), y el miedo a enfermar continua.

Estrés

El estrés puede producir la sensación de que la situación demanda más de lo que podemos ofrecer. Además se acompaña de pensamientos negativos y emociones difíciles de canalizar. Si se prolonga en el tiempo o nos desborda, puede llegar a provocar problemas importantes tanto en nuestra salud física, como en nuestra salud mental. Puede relacionarse con: ansiedad, problemas del estado de ánimo, agresividad,…

Autoestima y Habilidades Sociales

La autoestima es una actitud positiva hacia uno mismo que consiste en habituarnos a pensar, sentir y actuar, de la forma más autosatisfactoria que podamos, teniendo en cuenta el momento presente y también el futuro. Es decir, se trata de apreciarnos y valorarnos a nosotros mismos, reconociendo los aspectos en que otros nos superan o no, pero sin sentirnos inferiores ni superiores a ellos.

El déficit en las habilidades sociales es no saber relacionarse de manera satisfactoria con las demás personas. Podemos encontrar dificultades en: iniciar o mantener conversaciones, hacer elogios sinceros, responder a las críticas, expresar sentimientos, expresar opiniones, resolver conflictos, pedir cambios de conducta a alguien,…

La autoestima y las habilidades sociales, están estrechamente relacionadas. Por ello, quien posee autoestima podrá relacionarse con los demás en el mismo plano. De esta manera, en muchas ocasiones las personas con problemas de autoestima, también presentan problemas de relación con los demás, y al contrario.

Problemas de Pareja y de Familia

Cuando los conflictos dominan la relación hasta el punto de que los miembros de la pareja o de la familia tienen un gran coste emocional, que incluso puede llegar a producir graves problemas clínicos individuales (depresión, ansiedad, estrés, agresividad,…), es conveniente acudir en busca de ayuda profesional.

Los problemas pueden abarcar desde los celos, la comunicación, no resolver problemas comunes, no distribuir las tareas, no compartir momentos felices y placenteros,…

Deterioro cognitivo y Estimulación cognitiva

La vejez y/u otras enfermedades conllevan un deterioro cognitivo. Este deterioro no afecta por igual a todas las personas, ya que se deben considerar factores como la consistencia intraindividual (uno envejece como ha vivido) y diferencias interindividuales (diferencias entre sujetos), debido a causas como personalidad, rol laboral, aficiones, hábitos, nutrición, etc. que hacen que el envejecimiento no afecte a todos por igual.

Los individuos afectados presentan daños más allá de lo esperado para su edad y educación, y en función de la gravedad del deterioro pueden o no interferir significativamente con sus actividades diarias.

Las áreas afectadas pueden ser múltiples y variar en distintas personas. Pueden afectar a la memoria (deterioro de la capacidad para aprender nueva información o para recordar información aprendida previamente), atención, gnosias (deterioro en el reconocimiento o identificación de objetos, a pesar de que la función sensorial está intatcta), praxias (deterioro en la capacidad para llevar a cabo funciones motoras, a pesar de que la función motora está intacta), lenguaje (oral y/o escrito), cálculo, funciones ejecutivas (alteración en planificación, organización, secuenciación, resolución de problemas,…), orientación personal-espacial y temporal, etc.

La estimulación cognitiva se define como una intervención terapéutica de apoyo en el envejecimiento y complementaria al tratamiento farmacológico en la demencia.

Su objetivo general es mejorar la calidad de vida de las personas con deterioro y más concretamente:

  • Mantener las funciones cognitivas
  • Facilitar la resolución de problemas
  • Mejorar la rapidez de respuesta
  • Mejorar las facetas de la inteligencia
  • Mejorar su capacidad de razonamiento
  • Fomentar su autoestima
Psicologa ONCOLOGIA

Psicología Y CANCER

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