Trastornos de ansiedad

  • Ansiedad Generalizada Ansiedad y preocupación excesivas por casi cualquier cosa. Por ejemplo: miedo continuo a que les suceda algo negativo a sus hijos, preocupación constante por todas sus responsabilidades, por tener problemas económicos, por perder el trabajo,… Es muy difícil de controlar este estado de continua alerta y puede expresarse en las siguientes dificultades: alteraciones del sueño, fatiga, irritabilidad, dificultad para concentrarse, dolores musculares, nerviosismo, sensación de respirar con dificultad,… Para disminuir el malestar la persona realiza conductas control como: llamadas telefónicas, comprobaciones desmesuradas, explicaciones innecesarias,…

  • Ataques de pánico y Agorafobia Un ataque de pánico es miedo y malestar muy intensos, que aparecen en un corto espacio de tiempo y sin desencadenante aparente. La persona cree que va a pasarle algo malo: ahogarse, desmayarse, tener un ataque al corazón, volverse loca o perder el control, morir,… Una vez desencadenados los ataques de pánico puede desarrollarse la agorafobia. Se caracteriza por miedo a sufrir un ataque ante situaciones difíciles de escapar, donde sea difícil obtener ayuda o donde podría ser socialmente embarazoso.

  • Fobia específica Miedo desmesurado a: animales (insectos, ratas, pájaros, perros,…), conducir, volar, alturas, agua, a espacios cerrados, visión de sangre,…

  • Fobia social Temor a situaciones sociales por miedo a ser evaluado por los demás y/o que noten su nerviosismo o ansiedad. Los miedos más frecuentes suelen ser iniciar y mantener conversaciones con otras personas, acudir a fiestas, hablar con personas de autoridad, participar en reuniones o clases, hablar, escribir, comer o beber en público, etc. De hecho, puede que evite hablar en público por miedo a «quedarme en blanco», que no quiera comer o beber delante de otros para que no vean «cómo me tiemblan las manos», o se niegue a ser presentada en una reunión porque «me pondré como un tomate».

  • Obsesiones y Compulsiones Las obsesiones son como ideas, pensamientos, impulsos o imágenes persistentes y recurrentes que se meten en la cabeza. Ejemplos de obsesiones serían pensamientos repetitivos acerca de que determinados objetos (asientos de autobús, pomos de puertas,…) o personas están contaminados o sucios y van a transmitirle la contaminación; imágenes repentinas sobre la posiblidad de hacerse daño a uno mismo o a los demás (tirarse por una ventana,…); dudas persistentes sobre si se habrá cerrado la puerta de casa, el gas,… Las personas pueden saber muy bien que sus obsesiones no tienen sentido, y la mayoría han intentado resistirse a ellas de algún modo. Sin embargo, tales intentos suelen resultar infructuosos y la persona siente que difícilmente puede deshacerse de ellas. Las compulsiones serían conductas o pensamientos que se efectúan de manera repetitiva y de acuerdo con determinadas reglas, como respuesta a una obsesión. Por ejemplo, lavarse las manos repetidas veces al día, repetirse mentalmente algunas frases para «conjurar» el peligro o pensar en «cosas buenas», comprobar varias veces las cerraduras, poner los objetos del escritorio en un determinado orden, etc. La compulsión (también llamada ritual) es precedida por una sensación de «emergencia» compulsiva y, en general, se acompaña de un deseo de resistirse a ella, sin embargo, estos intentos no suelen tener éxito. Todo ello, similar a las obsesiones.

  • Transtorno de estrés postraumático La persona que lo padece ha sido anteriormente víctima o ha estado expuesta a algún acontecimiento traumático: terrorismo, violación, atraco, abuso, accidente, secuestro, desastre natural,… Se caracteriza por experimentar recuerdos, imágenes o pensamientos recurrentes sobre el acontecimiento o el trauma original; a la persona le hacen sentir que el suceso está ocurriendo de nuevo. Además la persona intenta evitar todo lo relacionado con el trauma. Muchas personas se sienten enfadadas, culpables e incluso avergonzadas por lo que ocurrió o por cosas que hicieron o no hicieron para sobrevivir, y estos sentimientos pueden provocar sentimientos de depresión, desánimo, desesperanza, problemas de sexuales y de pareja, abuso de alcohol y drogas, etc.